viernes, 20 de junio de 2008

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EL EXODO JUJEÑO

Agosto de 1812. La independencia americana está en serias dificultades debido a numerosos reveses militares ante los ejércitos españoles. El Triunvirato le ordena al General Belgrano, que estaba en el norte, retirarse hasta Córdoba para escapar de las fuerzas realistas al mando de Pío Tristán. La decisión se debía en parte a que la fuerza española era muy superior a la patriota, y en parte a cuestiones políticas ya que las provincias del norte eran díscolas con el gobierno central.
Se emplea en la Argentina por primera vez la táctica militar de Tierra Arrasada. ¿En que consiste? En no dejarle al enemigo ni las migas. Retirarse llevándose todo lo posible y quemando o inutilizando lo que uno no se pueda llevar. No dejar nada que pueda sevirle para reaporvisionarse o guarecerse.
Ante la imposibilidad de la defensa de la plaza, el creador de la bandera comienza a organizar la retirada de las poblaciones. Lo que se llamó “el éxodo jujeño“. Lanzó una proclama a los pueblos del norte:
Desde que puse el pie en vuestro suelo para hacerme cargo de vuestra defensa, os he hablado con verdad… Llegó pues la época en que manifestéis vuestro heroísmo y de que vengáis a reuniros al ejército de mi mando, si como aseguráis queréis ser libres . . .
Había que retroceder al sur llevandose alimento, armas, ganado, y quemando todo a su paso. Lo más natural es imaginarnos una fuerte resistencia por parte de los pobladores, a nadie en su sano juicio le hace gracia dejar sus pertenencias para seguir a un aventurero. Aquí está lo más sorprendente: las crónicas de la época coinciden en que no hizo falta gran coacción para acatar la medida. Aquella gente estuvo dispuesta a los mayores sacrificios si ello ayudaba a la causa de libertad. Siguieron a Belgrano con lo puesto, al sólo precio de una vaga esperanza.
Unos días después la retaguardia patriota, que cubre la retirada, se enfrenta con una parte del ejército de Tristán en el río Las Piedras y lo vence. El 13 de Septiembre Belgrano llega a Tucumán. Se encuentra con que la población, lejos de dejarse llevar por los ánimos derrotistas de esos días difíciles de la revolución, esta dispuesta a pelear. Pudo sumar algunos soldados, pero los realistas siguen siendo el doble, en hombres y equipo. Sin embargo Belgrano toma una de esas decisiones que cambian el curso de la historia para siempre: No hace caso al Triunvirato. Belgrano, el mismo al que algunos delirantes llamaron indeciso, o incapaz; hace lo que en su fuero íntimo sabe que es mejor para la patria.
Dobaldas sus fuerzas por los realistas, se juega su patriada. Ya está acostumbrado a estar en inferioridad de condiciones y no por eso se achica. En Paraguay le había hecho la vida imposible. Se la juega, y a la madrugada del 24 de Septiembre, luego de dos días de pelea, sabe que la batalla destá decidida a su favor. Sabe que si hubiera regalado tan basta extención al enemigo (todo el noroeste argentino) podría haber significado muchos años más de lucha en la revolución americana. Y al haber desconocido sus órdenes, sabe también que la obediencia debida es un concepto relativo, sujeto a fines muy superiores que la simple cadena de mando.
Este es uno de los tantos episodios que hicieron de Belgrano uno de los más grandes en estos pagos.

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