viernes, 12 de junio de 2009

EL CRUCE DE LOS ANDES

San Martín,
bienvenido



En septiembre de 1814 el General José de San Martín fue designado por el Directorio como Gobernador Intendente de Cuyo. La región estaba formada por San Juan, San Luis y Mendoza y la sede del gobierno estaba en esta última.
La noticia fue muy bien recibida en todo Cuyo, cuyos pobladores veían en el militar una figura importante para defenderse de la posible invasión española desde Chile.
San Martín, por su parte, había pedido ocupar ese cargo porque ya tenía un plan para asegurar la independencia de América del Sur. Ese plan era cruzar la Cordillera de los Andes, liberar a Chile y después atacar por el mar a Perú, centro del poder español en Sudamérica.
En San Juan, en 1815 fue designado Teniente Gobernador el doctor José Ignacio de la Roza.



San Martín en 1812, dos años antes de hacerse
cargo de la Gobernación de Cuyo.
(Óleo de Alexander Clark - Pinacoteca del
Instituto Nacional Sanmartiniano)

Preparativos y aportes
En los planes de San Martín la región de Cuyo no sólo era importante por sus pasos cordilleranos; el aporte de estos pueblos era necesario para armar un ejército y prepararlo para el cruce.
San Martín organizó el Ejército de Los Andes en el campamento de El Plumerillo, en Mendoza. Allí se fabricaron cañones, sables, bayonetas y municiones. Para esto fue muy importante el aporte de todo Cuyo en la donación de objetos de metal, así como en el trabajo de herreros, hojalateros, armeros y talabarteros, muchos de los cuales viajaron desde San Juan para trabajar en el campamento principal.

Todo era necesario
Los pueblos cuyanos, entre ellos San Juan, aportaron oficiales y soldados, milicianos y arrieros, pólvora y víveres.
A pedido de San Martín, en San Juan el Teniente Gobernador de la Roza implementó impuestos a los vinos y aguardientes que se vendían fuera de la provincia con el fin de recaudar fondos.
Las mujeres sanjuaninas tejieron paños, donaron joyas y objetos de plata labrada, mientras todos los que podían entregaban dinero, caravanas, aguardiente y vino, pasas de uva, harina, trigo, maíz, jabón, aceitunas, mulas de silla y carga, caballos, cueros de vacuno, monturas, ponchos, barriles, toda la existencia de estaño e incluso esclavos negros. El año 1816 fue el de mayor esfuerzo para San Juan. El vecindario entregó todo lo que poseía y fue sometido a una contribución extraordinaria, mientras el Convento de Santo Domingo fue cedido para cuartel de las tropas.

San Martín
en San Juan

San Martín visitó San Juan en dos oportunidades: la primera en mayo de 1815, con el propósito de diluir intentos autonomistas en la provincia. La segunda, el 9 de julio del mismo año, para inspeccionar los pasos cordilleranos ante el peligro de una invasión realista desde Chile y para asegurarse el apoyo de la provincia a la campaña libertadora. En esta segunda visita -que se prolongó hasta el 27 de julio- se alojó en el Convento de Santo Domingo. La celda que ocupó ha sido declarada lugar histórico.




Un plan maestro
El plan de San Martín consistía en cruzar hacia Chile con seis columnas distintas. Cada una fue por un camino diferente, con el fin de confundir al enemigo. Cada columna tenía, además, objetivos claros de liberación de ciertas zonas en Chile. Todas partieron a mediados de enero de 1817 y demoraron aproximadamente 25 días en cruzar alturas superiores a los 4000 metros.
De las seis columnas, las dos principales -por la cantidad de efectivos y armamentos, así como por las misiones que tenían que cumplir- fueron las que avanzaron hacia Chile por el valle de Uspallata en Mendoza y por el valle de Los Patos Sur en San Juan.
La de Los Patos Sur fue la columna principal, constituida por el grueso del Ejército de Los Andes. Al mando del General José de San Martín, unos 5.000 hombres, más de 10.000 mulas y 1.200 caballos, además de cientos de vacas destinadas, marcharon, por el paso de Las Llaretas, hacia Chacabuco, donde se luchó la batalla definitiva, en febrero de 1817.
El mapa (que puede ser ampliado haciendo un clik sobre él) muestra las rutas que siguieron las seis columnas que cruzaron Los Andes.



La Columna Cabot
Durante los preparativos del Cruce de los Andes, el pueblo de San Juan se comprometió por intermedio de su Cabildo a formar un batallón de 500 soldados. Para ello se ordenó el reclutamiento voluntario y obligatorio de hombres. Sin embargo, el grueso de lo que sería la División Norte, al mando del Teniente Coronel Juan Manuel Cabot, se integró con voluntarios que se iban sumando al paso de la columna por parte del territorio sanjuanino. La expedición llevaba más de 1.500 animales y armamento.
El objetivo de esta columna era llegar a Coquimbo. Al igual que el resto de las columnas, esta que integraron chimberos, pocitanos, jachalleros e iglesianos a los que se sumó un importante número de chilenos, debía cumplir rigurosamente los plazos establecidos, para coincidir con la marcha del grueso del Ejército de Los Andes.
Cumpliendo las órdenes de San Martín, la columna partió de la ciudad de San Juan el 18 de enero de 1817. El primer gran obstáculo que tuvo que sortear fue el río San Juan, sobre el que no había puente y que estaba muy crecido ese verano.
La columna pasó por Las Tapiecitas, en Albardón, llegó a Talacasto y el 23 de enero acampó cinco días en Pismanta, reorganizando las fuerzas a las que se habían sumado numerosos voluntarios y confiscando ganado en pié que permitiera alimentar a la tropa que ya sumaba alrededor de 800 hombres.
Tal como lo había ordenado San Martín, la Columna Cabot cruzó Los Andes por los caminos más dificultosos, con el fin de evitar a los enemigos. Esa es la razón por la que esta división pasó a Chile a través del paso de Guana, a 5.000 metros sobre el nivel del mar, y no por el de Agua Negra, de menor dificultad.
El 12 de febrero las fuerzas de Cabot vencieron a los españoles en el combate de los Llanos de Salalá; y el 15 de febrero Cabot tomó Coquimbo y La Serena.

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